Especialistas plantean desafíos y aspectos centrales a tener en cuenta para el día después del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).
¿Cómo y cuándo volveremos a encontrarnos cara a cara? Es la pregunta que atraviesa una enorme variedad de instituciones, que se encuentran abocadas a la elaboración de protocolos y pautas que condicionarán los cuerpos y las formas en que pueda darse una nueva cercanía.

En espacios educativos no formales los desafíos son aún mayores: la circulación del virus ha sido más fuerte en estas poblaciones debido a problemas estructurales irresueltos y derechos básicos no garantizados, como por ejemplo el acceso al agua potable. “Estamos muy abocados a resolver los problemas más difíciles: problemáticas de alimentación y de logística sanitaria. Eso implica una pedagogía de hecho; es una forma educativa, aprender a cuidarse y relacionarse en situación de pandemia. Se interrumpió lo que era habitual pero no el vínculo comunitario o el vínculo pedagógico. El intercambio virtual, la transferencia de contenidos y dialogo en plataformas es muchísimo más difícil en los contextos vulnerables. Estamos trabajando en la incertidumbre”, explica Rolando Kandel, director adjunto de Fundación SES y coordinador del Programa Sportic, una iniciativa del Comité Olímpico Internacional y el BID LAB, que se implementa en Argentina, Ecuador y Colombia. “Estamos dialogando con las organizaciones comunitarias y en distintas redes para crear nuestros protocolos de cuidado y poder reiniciar actividades apenas las autoridades públicas lo autoricen. La idea es planificar retornos que serán por etapas y en actividades híbridas, en la medida en que esto sea posible y de manera muy pausada”, avanza.

La vuelta a los espacios educativos exigirá esfuerzos que no sólo deberán dar respuesta a las precauciones sanitarias y a las necesidades propias de recuperar contenidos, sino también contar con espacios para la afectividad, los sentimientos y la vincularidad, uno de los aspectos más afectados durante este período pandémico y que aún no podemos dimensionar en el impacto en niñas, niños, adolescentes y jóvenes.
El contexto actual “está cambiando el contrato con las familias, estudiantes y equipos docentes” y este nuevo pacto implica “un acompañar emocional y pedagógicamente” afirma María Teresa Lugo, directora del Posgrado en Planeamiento, Gestión y Evaluación de Proyectos y Políticas Educativas en Contextos Digitales de la Universidad de Quilmes, y advierte que “es indudable que las habilidades para la vida están hoy en un punto central. Si compartimos la idea de que calidad educativa es mucho más que medir indicadores, podemos pensar en un concepto integral, inclusivo, que comparta aprendizajes a lo largo de la vida y sobre todo que promueva en adolescentes y jóvenes un proyecto de vida y de trabajo potente y creativo”, explica Lugo.
Poner el cuerpo en acción
Las actividades recreativas, lúdicas y deportivas son parte nodal del entramado que permite el desarrollo de habilidades: encontrar formas de encuentro y trabajar lo vincular desde la práctica. Ponderar su importancia resultará clave para abordar el distanciamiento físico que podría impactar en los lazos afectivos y contrapesar el “adoctrinamiento” de los cuerpos que se ha vuelto inevitable a partir de la experiencia pandémica.

Jorgelina Bertoni, jefa de gabinete de la Secretaría de Deportes y medallista olímpica, señala que la pandemia y el aislamiento social “dejó en evidencia que las actividades físicas y deportivas son una necesidad que tenemos todas las personas en función de una vida física y psicológica saludable” y enfatiza que“a través de los deportes tanto individuales como grupales se “entrenan” un conjunto de aptitudes y actitudes que son imprescindibles y que son parte de la producción de subjetividad de forma integral. En el deporte como espacio de socialización, la construcción de estas herramientas son partes inherentes al ser parte un grupo, trabajar las diferencias en pos de un objetivo común, y confiar en uno mismo como en los pares y maestros para fortalecerse en el proceso. El deporte es además un espacio privilegiado para promover la igualdad de género. Las desigualdades y los estereotipos que funcionan encorsetando y obstaculizando el libre acceso, la permanencia y representación de las mujeres en distintos ámbitos siguen vigentes y nos queda un largo camino para recorrer y permitir el desarrollo integral y el ejercicio de plenos derechos de niñas, mujeres y personas LGTBQI +.”
En esta línea se inscribe el Programa Sportic, que trabaja en el fortalecimiento de habilidades socioemocionales a partir del deporte y la tecnología desde una perspectiva de géneros y de derechos, y busca crear y poner en valor las prácticas del aprendizaje y la enseñanza, mediante contenidos que permitan pensar los contextos y experiencias que los y las adolescentes y jóvenes viven.
Rosana Sampedro, responsable pedagógica del Programa Sportic explica: “Creamos una propuesta formativa pensada para todos los espacios de aprendizaje (sistemas educativos y organizaciones territoriales que los ofrecen) que desarrolle competencias en los y las adolescentes y jóvenes más desfavorecidos. Desarrollamos talleres con actividades deportivas, y tecnológicas de ciudadanía digital, programación y robótica vinculadas a habilidades socioemocionales. Estas tres fuentes de habilidades se articulan a partir de la experiencia planificada y antes de finalizar se suma un tiempo de síntesis para hacer visible lo aprendido y la manera en que cada una/o lo pone en acción.”
Las respuestas a los desafíos para un presente y un futuro que logren revertir las desigualdades crecientes requerirán creatividad e innovación, comunión de esfuerzos y políticas con el financiamiento necesario para revertir la exclusión y garantizar los derechos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. El abordaje de las habilidades y la atención a las emociones debe ser considerado por la educación formal y no formal para procurar la igualdad y la contención de todxs.
“El trabajo en equipo y la comunicación, entre otras habilidades, resultan indispensables para atravesar la tormenta y por supuesto, llegar a la otra orilla. Estos procesos no se construyen en soledad. El trabajar con otros, la colaboración y por supuesto la empatía forma parte de este andamiaje necesario para transitar y superar la emergencia. Nadie se salva solo”, enfatiza María Teresa Lugo.