Un grupo de amigxs sale de viaje y se enfrenta a distintas situaciones cotidianas, que tiene que resolver para seguir adelante. La invitación es a subirse al motorhome y ser protagonista de la aventura. Así podría resumirse la idea general de “Viaja Baraja”, el primer videojuego desarrollado por Sportic en el que se propone decidir mediante una serie de cartas cómo enfrentar variadas circunstancias. Pero ¿cómo se crearon los personajes? ¿Cómo se definieron los escenarios? ¿Qué reflexiones acompañaron el proceso creativo?
Aprender jugando es una de las formas centrales de aprendizaje que vivimos a lo largo de nuestras vidas. Los juegos invitan a un hacer y también a equivocarse. Permiten la exploración, la interacción y la existencia de normas de funcionamiento a seguir.
Desarrollar estrategias para impulsar formas innovadoras de enseñar y aprender es uno de los objetivos centrales de Sportic, una iniciativa del BID LAB y el Comité Olímpico Internacional coordinada por Fundación SES.
En los últimos meses Sportic ha desarrollado su primer videojuego con la participación de jóvenes y especialistas en educación, programación y comunicación. La propuesta combina la puesta en práctica de distintas habilidades – cognitivas y socioemocionales – desde una experiencia lúdica y desafiante.
Junto a Matajuegos, una cooperativa de creadores independientes de videojuegos dedicadxs a desarrollar juegos desde una perspectiva social, artística y política, el equipo de Sportic comenzó a delinear propuestas que pudieran explotar al máximo la potencialidad lúdica. “En un primer momento identificamos varios puntos clave, que estaban en un primer orden de nuestros objetivos: el videojuego desarrolla una alfabetización digital, pone en juego la capacidad de pensar críticamente, entender procedimientos, consignas y desafíos, volverse creativos para encontrar soluciones y poner en acción la expresión de las emociones, la posibilidad de conocerlas y decidir”, explica Rosana Sampedro, responsable pedagógica de Sportic.
Traducir la perspectiva del Programa y sus lineamientos específicos de formación en el formato de un videojuego implicó un desarrollo de programación, la producción de guiones que retomaran las vivencias de lxs adolescentes y la creación artística y musical que acompaña cada momento. La construcción de esta trama incluyó la participación de jóvenes de Argentina, Ecuador y Colombia – en donde se desarrolla el Programa -que realizaron aportes fundamentales para lograr el producto final.
“Los videojuegos desarrollados para enseñar material educativo puntual no suelen tener éxito entre les jugadores, que son demasiado perspicaces al momento de divertirse como para caer en esa trampa funcionalista. Rápidamente se dan cuenta que el videojuego es simplemente una tarea más, disfrazada para parecer otra cosa”, alerta Pablo Quarta de Matajuegos y continúa: “Por eso al desarrollar un videojuego que pueda enseñar, pensamos al juego de la misma manera en que trataríamos a un cuento o una película que explora esos temas puntuales. Nutrir al juego con esos temas, y en vez de ver cómo el juego puede eficazmente enseñar una lección, ver cómo el juego puede explorar y profundizar esas ideas de nuevas maneras, usando las herramientas propias de su lenguaje.”
En esta línea, la creación de los personajes, escenarios y situaciones problemáticas tuvieron en cuenta los ejes de trabajo de Sportic: el enfoque de géneros y derechos, los valores olímpicos y la formación en habilidades deportivas, tecnológicas y socioemocionales, siempre trabajados de una manera no lineal sino contextual. Todos los elementos nodales que conforman el videojuego fueron puestos a prueba por adolescentes y jóvenes participantes de Sportic y ajustados de acuerdo a sus planteos y sugerencias. Siguiendo el mismo proceso ya se está creando el segundo videojuego de Sportic. Más experiencias para indagar, reflexionar y no dejar de lado el entretenimiento.